VISIÓN
DEL CONFLICTO
El modo como veas el
conflicto también va a influir en cómo se desarrolle. Si a través de las
experiencias vividas desde tu infancia, has aprendido a temer el conflicto y a
verlo como una gran amenaza o como algo destructivo, entonces le tendrás miedo
y no sabrás cómo manejarlo, tendiendo a huir y a no resolver los problemas.
Si percibes el conflicto
como una humillación o has tenido experiencias en las que el conflicto ha
llevado a menudo a insultos, violencia o maltrato,
puedes percibirlo como algo traumático y reaccionar con gran ansiedad
o una ira defensiva.
La visión más realista del
conflicto es aquella que lo percibe como dos personas que tienen necesidades
opuestas que chocan entre sí y que necesitan hablar, conocer sus necesidades y
llegar a un acuerdo que tenga en cuenta las necesidades de ambos. Es decir, el
conflicto es visto como un problema para el que hay que encontrar una solución
cooperando con la otra persona.
Qué hace una persona que
responde de modo adecuado ante un conflicto
Tiene en cuenta las
necesidades del otro tanto como las suyas.
Sus reacciones son calmadas
y sus emociones no son intensas ni descontroladas.
Trata a la otra persona con
respeto, evitando comentarios que puedan herirle.
Tiene una mayor disposición
a perdonar
y a olvidar el pasado sin guardar resentimiento.
Intenta afrontar el problema
sin huir y buscar soluciones que tengan en cuenta las necesidades de todos los
implicados.
LOS
CONFLICTOS ESTANCADOS
Cuando una persona tiene
miedo al conflicto, tiende a evitarlo, pero eso no hace que desaparezca, sino
que permanece ahí, sumergido, dañando la relación. En una pareja, por ejemplo,
puede suceder que uno de los dos (o ambos) critique al otro por cosas que
realmente no tienen importancia, como su modo de poner la mesa. Lo que sucede
en este caso es que el verdadero conflicto, es decir, lo que realmente te está
haciendo sentir mal permanece oculto, sin hablarse, bien porque le tienes miedo
al conflicto o bien porque cada vez que lo intentas tu pareja lo evita, o bien
porque intentar hablarlo solo trae discusiones que no van a ninguna parte.
Es decir, hay un
estancamiento del conflicto, que permanece sin solución. En estos casos, lo
mejor es que ambos habléis con una tercera persona que tome parte en la
resolución del problema y os ayude, ya sea un amigo o familiar, o bien un
psicólogo. En algunos casos puede bastar una única sesión con un psicólogo para
resolver un problema que, de seguir sin afrontarse, podría hacer peligrar el
futuro de la relación. Una tercera persona puede ayudar a poner las cartas
sobre la mesa sin que se descontrole la situación y llegar a la raíz del
verdadero problema.
LA
IMPORTANCIA DEL LENGUAJE NO VERBAL
Tendrás más éxito para
resolver conflictos si prestas atención al lenguaje no verbal de la otra
persona y tratas de ver cómo se está sintiendo y de entender por qué. ¿Está
percibiendo el conflicto como una amenaza? ¿Está a la defensiva porque se
siente atacada y despreciada? ¿Está teniendo reacciones
exageradas porque tiene miedo al conflicto? Y, por supuesto, observa
también tus propias reacciones y, si ves que no reaccionas de un modo adecuado,
pregúntate que está pasando. Siempre puedes optar por decir: "Preferiría
que lo habláramos mañana, ahora me siento demasiado nervioso como para tratar
este tema con calma", y así poder centrarte y pensar con tranquilidad.
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